Hoy después de mucho tiempo has venido a hacerme una visita. No llegas de
cualquier manera sino que apareces sin avisar. No me das ni un mínimo margen
de reacción. Entras dando golpes, totalmente desbocada. Intentas bloquearme,
pretendes inmovilizarme aun sabiendo que voy a protestar. Obviamente no me
gustan esas maneras, llama a la puerta antes de entrar ¿no?

Al menos avisa para que pueda recibirte de otro modo. Un modo muy diferente
al tuyo. Déjame decirte que no pasa nada, que no hay que tener miedo porque
todo está bien. Déjame abrazarte pero no me hagas ascos, no me ahogues con
tu presencia. No me hagas temblar de pies a cabeza. ¿Crees que me da terror
mirarte de frente?

Tampoco hagas que mi corazón quiera emprender la huida, no lo vuelvas loco.
Mi cerebro está despierto, tiene fuerza de sobra para hacer que vuelva la calma.
Hoy es un día más que nos miramos a los ojos y te sonrío.

Aprendí las mejores lecciones de vida que se puedan tener gracias a ti. Me diste un duro golpe para que siguiera creciendo aunque fuera a marchas forzadas. Te odié. Me sometiste a fuertes dolores en el cuerpo.

Me hiciste sentir lo que era agonizar, morir e innumerables síntomas desconocidos para muchos. Me creaste terrores nocturnos.

Un día comprendí que si seguía odiándote, me odiaría a mí misma. Sabía que
no formabas parte de mí, tan sólo eras una pequeña parte de mi vida.
Continuaste construyéndome y como resultado me hiciste más fuerte que tú, mucho más…

Y sé que cuando lo veas oportuno te irás.

Sólo te pido que cuando llegue ese momento marches sin hacer ruido. No
revuelvas todo como de costumbre. Marcha tranquila y silenciosa.
Este proyecto tan íntimo y personal, es un viaje a través de lo que uno siente
cuando sufres TAG (trastorno de ansiedad generalizada) algo que conozco muy
bien.

Andrea Bel